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Es que sufro por todo y por todos

Psiquiatría

Es que sufro por todo y por todos

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Seguro que lo han identificado en más de una ocasión en su entorno. Muy probablemente estamos ante lo que se conoce como Trastorno por Ansiedad Generalizada. Y es más, posiblemente su experiencia venga a confirmar los resultados estadísticos que determinan la proporción hombre/mujer que padece este trastorno: 2-3 mujeres por 1 hombre.

Aparte de este principal síntoma -el sufrimiento- que encabeza el título del artículo, hay todo un amplio repertorio de síntomas que constituyen esta enfermedad. Utilizaré un ejemplo ilustrativo con la intención de facilitar la identificación y/o comprensión de este trastorno desgraciadamente tan frecuente en nuestros días. Bien, imaginemos la carta de un restaurante en la que hay unos apartados de primer plato, segundo plato y postre; y, como veremos más adelante, el número de "platos" (síntomas) posibles es amplio, pero, elijamos el que elijamos, nunca falta el "es que sufro por todo y por todos".

Hay que decir que, en mayor o menor intensidad, todos tenemos la capacidad o la tendencia a preocuparnos. Pero, lo que caracteriza el Trastorno por Ansiedad Generalizada (TAG) es que, quien lo padece reconoce -a veces calladamente-, que su preocupación es del todo excesiva, a menudo desproporcionada y, que a pesar de sus esfuerzos repetidos durante mucho tiempo para controlarlo, no lo consigue.

Retomando el ejemplo de "la carta", en el caso del TAG está formada por seis platos, aunque, bajo un punto de vista clínico, para considerar la presencia del Trastorno basta con que estén presentes tres. Sin embargo, la realidad es que, cuando alguna persona llega a la consulta, prácticamente tiene los seis platos "con mayor o menor intensidad", que cito a continuación:

  • 1Inquietud o sensación de estar atrapado o "tener los nervios de punta"
  • 2Facilidad para sentirse fatigado
  • 3Dificultad para concentrarse o quedarse con la mente en blanco
  • 4Irritabilidad
  • 5Tensión muscular
  • 6Problemas en el sueño

Este "sufro por todo"  técnicamente se llama: anticipación aprensiva. La preocupación continuada versus los rasgos citados, interfiere con la atención y concentración para abordar tareas inmediatas, y a menudo se interpreta como una alteración de la memoria; aunque en muchos casos, sencillamente, se trata de interferencias causadas por una multitud de pensamientos ansiosos.

En los casos leves, si está bien canalizada esta anticipación, puede ser bastante útil en el ámbito laboral o profesional ya que facilita el desarrollo de la planificación y la previsión de eventos futuros, lo cual permite abordar la priorización de las tareas, o la prevención de posibles riesgos a tener en cuenta.

Es decir, podemos distinguir la ansiedad patológica propia del TAG, de la ansiedad no enfermiza por el grado de interferencia causada por el funcionamiento cotidiano de la vida social, laboral, familiar...

El Trastorno por Ansiedad Generalizada es un trastorno que afecta de dos a tres mujeres por cada hombre

Otro aspecto que distingue la ansiedad patológica de la que no lo es, es que las preocupaciones en el primer caso son más penetrantes, más pronunciadas y angustiosas, a menudo duran bastante tiempo y no puede detectarse, casi nunca, un desencadenante. "Es que parece que me lo haga yo mismo", te dice el paciente, reconociendo la ausencia de desencadenantes.

Otro aspecto que nos ayuda a la distinción, es la variedad de circunstancias de la vida sobre las que todo el mundo se preocupa. O sea, cuantos más frentes se tengan abiertos, más probablemente nos acercamos al TAG.

Para no extenderme excesivamente, destacaré dos aspectos bastante presentes en este trastorno y que a menudo son motivo de lo que coloquialmente podemos considerar como un verdadero "peregrinaje" de especialista en especialista...

Por un lado, los más importantes y frecuentes son todos los síntomas asociados a la tensión muscular como:

  • temblores
  • contracturas que se perciben en forma de pinchazos especialmente en el área cardiaca
  • dolor de cabeza y dolor en las cervicales que progresa hacia la zona frontal
  • hormigueos especialmente en las extremidades superiores
  • contractura de la musculatura mandibular que conlleva disfunciones de la Articulación Temporomandibular (ATM), rozamiento de los dientes (bruxismo)
  • y muchas molestias musculares que pueden llegar a causar dolores en cualquier zona y que se manifiestan "ahora sí, ahora no".

Y por otro, los síntomas somáticos como:

  • sensación de calor y de frío
  • inestabilidad momentánea
  • sudoración, náuseas e incluso diarrea
  • reacciones de sobresalto a menudo exagerado

El TAG comienza a aparecer alrededor de los treinta años de edad, si bien, con anterioridad,  las personas que lo sufren ya apuntaban una cierta tendencia a la preocupación y la ansiedad. Los síntomas de este trastorno acostumbran a tener a una cierta cronicidad y oscilar en intensidad, durante períodos de tiempo considerables, a lo largo de la vida.

Ante el notable incremento de este trastorno, diversos estudios científicos coinciden en asociar ciertos factores del tipo adversidades en la infancia y/o la sobreprotección de los padres, como desencadenantes. También, los niños y niñas muy inhibidos, excesivamente sensibles y temerosos de hacerse daño, tienen más predisposición. Sin olvidar que una parte importante del riesgo, es de tipo genético.

Algunas personas tienen TAG desde hace tantos años que lo han convertido en su propia cruz, y no piensan en que existen ayudas significativas para mejorar su calidad de vida. En la mayoría de ocasiones, los hijos son los primeros en tomar consciencia de la desproporción en la intensidad de las preocupaciones, y los que, después de una larga insistencia en la necesidad de cambio, consiguen llevar los progenitores a un profesional de la salud mental. En una gran parte de los casos la ayuda es a través de un tratamiento mixto. Es decir, desde un abordaje tanto psicológico como farmacológico.

Así pues, tenemos que saber que ante una situación tan compleja personal y familiarmente, no hay que perder la esperanza, porque en manos de profesionales especialistas en psiquiatría o de la salud mental, llegar a un estado de verdadero confort en la vida, es posible.

Dr. Carles Enric Lupresti Abelló

Dr. Carles Enric Lupresti Abelló Especialista en Psiquiatría



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