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La piel y el sol: si te he visto, me acuerdo...

Dermatología

La piel y el sol: si te he visto, me acuerdo…

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La piel tiene memoria. Cuando nos exponemos de forma inadecuada al sol, nuestra piel sufre una serie de cambios tanto a corto como a largo plazo. Una exposición solar adecuada y responsable es la mejor opción para evitarlos.

La época del verano invita a salir al exterior y disfrutar del sol. Por todos son conocidos los efectos beneficiosos que el astro tiene en las personas, como la mejoría en el estado de ánimo, el aspecto más saludable que confiere el bronceado o el papel fundamental en la síntesis de vitamina D en la piel. Sin embargo, hay una serie de riesgos a los que estaremos expuestos y que vale la pena repasarlos para evitarlos.

Cuando nos exponemos de forma inadecuada al sol, nuestra piel experimenta una serie de cambios tanto a corto como a largo plazo. De manera inmediata, se produce la típica quemadura, que se manifestará con un enrojecimiento inicial de la piel acompañado de molestias tales como prurito, escozor o incluso dolor, seguidos de una posterior descamación. En aquellos casos en que la quemadura solar es de mayor intensidad, no sólo la piel se pone roja, sino que podemos observar la aparición de ampollas y el consiguiente riesgo de cicatrices posteriores.

A largo plazo, la exposición al sol repetida durante años hace que la piel sufra una serie de cambios permanentes. Como seguramente habréis oído alguna vez, la piel tiene memoria. Estos cambios consisten en un engrosamiento, seguido de un número más elevado de arrugas y de manchas que pueden ser tanto claras como oscuras. En definitiva, un envejecimiento de la piel más destacado. En aquellos casos más desafortunados, aparte del envejecimiento cutáneo, la exposición permanente al sol también puede desencadenar la aparición de cáncer cutáneo: los llamados carcinomas o epitelioma. En el caso de los melanomas, su aparición se relaciona más con la exposición solar intermitente, por ejemplo, el sol de las vacaciones y el hecho de haberse quemado sobretodo la edad infantil o juvenil.

Por todos los motivos anteriormente expuestos, es necesario hacer una exposición al sol adecuada y responsable. Algunas medidas a tener en cuenta son la fotoprotección en forma de cremas con filtros solares. Estas cremas deben aplicarse de forma generosa 20-30 minutos antes de tomar el sol -el fotoprotector más eficaz es aquel que se pone en el apartamento y no en la playa-, volverlo a aplicar cada 1 o 2 horas, sobre todo si uno se baña, y utilizar unos índices de protección adecuados. De forma genérica, un índice de protección 30 o superior sería adecuado. Están totalmente desaconsejadas las protecciones inferiores a 15, ya que se ha demostrado que son absolutamente ineficaces para la prevención del cáncer cutáneo. En el caso de los niños de menos de un año de vida, se debería usar unos filtros de protección especiales llamados filtros físicos, también con índices elevados. Hay que felicitarse de que en los últimos años, la Unión Europea ha homogeneizado el sistema que establece los índices de protección y, a día de hoy, el valor máximo de protección es 50+.

Otras medidas de protección solar consistirían en el uso de gafas adecuadas, gorras o sombreros y camisetas, y en niños pequeños, bañadores especiales que cubren más superficie de piel. Estos bañadores, que aún son poco habituales en nuestro entorno, cada vez son más presentes en zonas geográficas altamente concienciadas por el cáncer cutáneo como por ejemplo Australia, que sufre especialmente los efectos nocivos del agujero de la capa de ozono.

Aparte de las medidas de fotoprotección, no deberíamos descuidar las de fotoevitación, ya que, en definitiva, no hay mejor protección del sol que estar en la sombra. En este sentido, se deberían evitar las exposiciones solares importantes. En niños pequeños, sobre todo durante los tres primeros años de vida, ya que se sabe que en esta edad una mala exposición al sol juega un papel muy importante de cara a desarrollar un futuro melanoma. Y, con respecto a la población en general se recomienda no tomar o exponerse al sol durante las horas centrales del día, concretamente de las doce del mediodía a las cuatro de la tarde.

Dr. Xavier Soria Gili

Dr. Xavier Soria Gili Dermatólogo



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